http://dx.doi.org/10.5965/2175180315382023e0103
Recebido: 23/07/2021
Aprovado: 28/02/2022

Narrativas históricas de jóvenes e historia reciente en Chile: aproximaciones deshistorizadas, fragmentadas y polarizadas en la escuela pública

Resumen

Este artículo presenta los resultados de una investigación sobre las configuraciones de la memoria en estudiantes de enseñanza media de la ciudad de Valparaíso. Las concepciones de la historia, la memoria y las narrativas históricas de los conflictos políticos en la historia reciente de Chile (1965-2017) fueron abordadas a través de una metodología de estudio de casos y grupos focales en los que participaron estudiantes de cinco escuelas públicas que terminan su educación secundaria. El análisis discursivo de las elaboraciones de memoria muestra patrones narrativos históricos sobre el pasado reciente conformados por visiones deshistorizadas, fragmentadas, polarizadas y románticas de la historia, fuertemente influenciadas por el poder, las desigualdades y la memoria popular. En la parte final, reflexionamos sobre la incidencia de estas configuraciones narrativas en la relación con el pasado en las nuevas generaciones y sus efectos en sus disposiciones políticas.

Palabras clave: historia reciente; memoria; patrones narrativos; jóvenes.

Introducción

El cambio de siglo y la consiguiente reflexión sobre las experiencias traumáticas de genocidios, dictaduras y violencias en el transcurso del siglo XX propició un importante vuelco hacia los estudios de la memoria colectiva validando las potencialidades del recuerdo como recurso reflexivo ante experiencias históricas complejas (HALBWACHS, 2011; JELIN, 2002, 2014; ROUSSO, 2018; RÜSEN, 2007). Estas investigaciones han relevado la elaboración del recuerdo como un proceso altamente disputado y negociado en la esfera pública impulsado por la necesidad –especialmente en las generaciones más jóvenes– de crear un pasado utilizable (WERTSCH, 2002) destacando la organización de la memoria a través de recursos textuales como narraciones que dan forma al pasado (WERTSCH, 2008), y el rol mediador de sentido que éste ejerce en el presente, como parte de la orientación cultural de la vida actual (RÜSEN, 2007). Estas categorías se han vuelto también, referencias relevantes para el campo de la investigación y enseñanza de la historia, al vincular en sus distintas modalidades, la identidad y la construcción de subjetividades sociales y políticas (EPSTEIN, 2016; EPSTEIN; PECK, 2017; HERRERA; PERTUZ BEDOYA, 2016).

En los contextos educativos los jóvenes desarrollan procesos de temporalización del pasado a través de recuerdos de la memoria pública (RÜSEN, 2009), conformando discursos específicos que integran informaciones disponibles y narrativas maestras preexistentes (CARRETERO; VAN ALPHEN, 2014; MIGUEL-REVILLA; SÁNCHEZ-AGUSTÍ, 2018) distantes de las formas académicas basadas en el conocimiento histórico, pero que les permiten integrar sus vidas en una historia más extensa.

La cultura histórica dominante en escuelas y liceos colisiona con la identidad de sus destinatarios alejándose de las experiencias vitales de la mayoría de los estudiantes (CITRON, 1982; CUESTA FERNÁNDEZ, 1998). Las configuraciones narrativas utilizadas por los jóvenes, se caracterizan por un débil ordenamiento, congruencia y significado (SHEMILT, 2000). Para ellos, la trama histórica como conjunto, sigue siendo desconocida e inmutable. No obstante, como se ha señalado (WERTSCH, 2002), un pasado utilizable en un contexto sociocultural difiere a menudo de lo que se necesita en otro, cada generación negocia su propio pasado útil, con o sin el consentimiento del conocimiento histórico formalizado. Por lo cual, las resignificaciones que realizan las nuevas generaciones son de alta relevancia para comprender sus formas de construcción de sentido histórico.

Si se considera, entonces, que toda interpretación realizada sobre acontecimientos actuales depende de alguna representación acerca de lo que ocurrió en el pasado (DE AMÉZOLA, 2008); que la dinámica del cambio histórico aparece como una posibilidad para el aprendizaje de la historia, en tanto cada generación toma decisiones en función de diversos futuros abiertos (SANTISTEBAN; ANGUERA, 2014) y que la conciencia histórica de los jóvenes chilenos está fuertemente mediada por la intuición histórica y todo tipo de anacronismos (SALAZAR, 2003), nos interesamos aquí por esas elaboraciones juveniles en un contexto de alta reconfiguración política en la sociedad chilena y de incesantes requerimientos de orientación ante un contexto socio educativo extraordinariamente inestable y desprovisto de sentido. Debido a lo anterior, consideramos que en la familiaridad con la historia construida por los estudiantes, convergen múltiples fuentes, que incluyen, pero no se limitan, al currículum escolar (BARTON, 2010, p. 103). Tal como propone Bergmann (1990), resulta fundamental incluir dentro de estas investigaciones las recepciones extraescolares de la historia y sus procesos de producción de sentido (CERRI, 2015). Seguimos estas perspectivas para integrar las derivaciones de la historia regulada por la ciencia, la enseñanza y las distintas formas de elaboración pública del pasado. En el caso chileno, los conflictos políticos y violaciones sistemáticas de derechos en la historia reciente conforman un pasado que aun ejerce efectos sociales en el presente de las nuevas generaciones y que aporta como recurso para la formación del pensamiento histórico y político. Es por ello que este artículo pretende abordar aproximaciones de los jóvenes hacia la historia, la memoria y las narrativas históricas de dicho pasado para reflexionar sobre sus usos y configuración de disponibilidades políticas en el presente.

Marco referencial

Las sociedades modernas participan de diversos procesos que median en los vínculos con el pasado y que tienen como consecuencia una determinada forma de pensamiento histórico. En éstos reconocemos dos referencias fundamentales: la conciencia y la narrativa histórica. La primera, ha sido definida como un conjunto de estructuras y procesos mentales propios del pensamiento humano, necesarios para la vida cotidiana, independientemente del contexto en que se inserte (BERGMANN, 1990; CERRI, 2011; RÜSEN, 2004). Según Rüsen, la conciencia histórica permite interpretar la experiencia de evolución temporal del mundo y de nosotros mismos, orientándonos, intencionalmente, en la vida práctica (RÜSEN, 2001). Ésta es una combinación compleja que da estructura al conocimiento histórico y que implica “la aprehensión del pasado regulada por la necesidad de entender el presente y de presumir el futuro” (RÜSEN, 2006, p. 14).

El concepto y sus presupuestos, se ha convertido en objeto de reflexión para filósofos, historiadores y especialistas en didáctica de la historia (GOMES BARCA OLIVEIRA, 2019; CERRI, 2011; LEE, 2011) y ha sido considerado como referente para las concepciones de aprendizaje en tiempos de cambio y en propuestas curriculares de historia en la sociedad contemporánea (BARCA OLIVEIRA, 2013; RÜSEN, 2010; SCHMIDT; CAINELLI, 2015). La conciencia histórica no sería producto exclusivo de los repertorios del pasado que ofrecen las aulas y la escolarización formal. A su configuración asisten procesos complejos como el aprendizaje histórico entendido como un ámbito de significación general más allá de la enseñanza escolar de la historia (BERGMANN, 1990; RÜSEN, 1994), junto a formas de transmisión del recuerdo y, de apropiación y significación en los que participan los mass media y otros espacios sociales.

Por otro lado, Wertsch (2002) siguiendo a Bruner, destaca el papel central de la narrativa en la configuración de la conciencia humana en general, en la historia y en particular, en la memoria colectiva. Ésta es uno de los pocos instrumentos que tenemos para representar escenarios, actores y eventos del pasado. También se pueden emplear otros medios los que probablemente produzcan diferentes tipos de memoria. La noción de narrativas como herramientas culturales y memoria como una forma de acción mediada desarrollada por Wertsch (2002) aportan a reconocer las posibilidades y limitaciones de éstas en relación a lo que el autor denomina funciones referenciales y dialógicas. El uso de una herramienta cultural como una narrativa apropiada permitirá a las personas poner en práctica una experiencia. De cualquier modo, narrativas desigualmente distribuidas entre varios colectivos darán como resultado que éstos recuerden el "mismo" evento de forma diferente. En particular, la narrativa conforma procesos de “[…] constitución de sentido de la experiencia del tiempo” (RÜSEN, 2010, p. 95) y como función básica de la conciencia histórica no sólo se verbaliza, sino también se condensa en imágenes, palabras y símbolos. Aunque es sólo una de las formas de representación histórica ofrece una salida en términos de recorte empírico para la investigación de la conciencia histórica, conformando uno de sus productos centrales (CERRI, 2011). Los modos y usos de las narrativas incorporan ciertos patrones normativos de la conciencia histórica. Se trata de narrativas que hacen referencia a los procesos reales, que tienen como objetivo y finalidad la constitución de una “moral de la historia”, una conclusión necesaria (incluso subyacente) para guiar/justificar la acción de los sujetos, tanto ante la historia narrada como en la historia vivida en el presente (CERRI, 2011). Caracterizan a la narrativa histórica tres cualidades significativas: a) está ligada a la memoria, la que moviliza la experiencia del tiempo pasado; b) organiza las tres dimensiones del tiempo (pasado, presente, futuro) por medio del concepto de continuidad; y, c) sirve para establecer la identidad de sus autores (RÜSEN, 2010). 

Paul (2016) releva los procesos implicados en las relaciones con el pasado en las que media el pensamiento histórico y un conjunto de intereses y expectativas para dar curso a configuraciones de narrativas diversas. Siguiendo los postulados de Rüsen (2009) sobre la multidimensionalidad de la cultura histórica como tipo ideal propone tres relaciones de sentido con el pasado a través de las cuales, el pensamiento histórico se orienta a conocer y comprender los hechos, a desarrollar “conversaciones morales” y a extraer la “lección histórica”, etc. Entre las relaciones con el pasado (PAUL, 2016), para nuestro análisis hemos destacado la relación epistémica, política y moral.  La primera permite acceder a los acontecimientos significativos para el presente y su futuro y actúa de modo transversal a las otras funciones cognitivas del pensamiento histórico sobre lo que se conoce y comprende. El autor destaca la elaboración de hipótesis e inferencias fácticas, las explicaciones históricas y algunos de sus modelos, como el intencional, basado en razones que inciden en las decisiones de los actores y en los hechos que se desarrollan. La segunda relación, política, refiere a procesos de legitimación del poder, el orden político y sus narrativas maestras sobre cuestiones de identidad (RÜSEN, 2009) y las desigualdades manifestadas en el pasado. Y, la relación moral, que reflexiona sobre las decisiones humanas y sus efectos sociales. Siguiendo a Nussbaum (1995), propone el desarrollo de una “conversación histórica” para imaginar el universo moral del texto, la fusión de horizontes éticos y de tradiciones de pensamiento. Su uso, entre pasados diversos y/u opuestos al presente, permite reflexionar sobre las acciones humanas para extraer la “lección moral”. Esta facultad del pensamiento histórico promueve el juicio fundado de lo posible en diferentes circunstancias históricas. Pudiendo reconocer las lecciones históricas explícitas y las que se desprenden de los efectos en la historia.

Metodología

La investigación de carácter cualitativa (FLICK, 2007; TAYLOR; BOGDAN, 1987) diseñada como un estudio de caso múltiple en el que participaron 5 escuelas públicas de la ciudad de Valparaíso[1], Chile, desarrolló grupos focales por cada establecimiento, conformados por un total de 36 jóvenes del último grado de la educación secundaria.

Participantes

Para conocer las narrativas sobre el pasado reciente (1965-2017) en jóvenes se seleccionaron 5 Liceos públicos emblemáticos de educación secundaria que han sido parte de la historia local y nacional.[2] Los criterios de selección de la muestra de establecimientos fueron: la representatividad y herencia de una tradición histórica educativa pública nacional (siglos XIX y XX) y, la relación directa de éstos con las políticas educativas y el currículum oficial. Junto con las identidades de comunidades educativas, implicadas en los procesos de la historia reciente y en los actuales movimientos por la educación.[3] Participaron en los grupos focales de acuerdo a representatividad, hombres y mujeres por cada establecimiento que estuvieran cursando su último año de educación secundaria, y hubieran rendido la asignatura de la historia reciente.[4]

Marcos de análisis y organización de datos

Para el análisis del discurso sobre el recuerdo del pasado reciente en jóvenes se consideraron marcos generales implicados en su elaboración, a saber: narrativas históricas (WERTSCH, 2008) y las relaciones con el pasado mediadas por el pensamiento histórico y sus funciones (PAUL, 2016). Para las configuraciones narrativas especificas se relevaron: la dimensión experiencial de los participantes (CANALES, 2006), las tramas en la que participan las memorias sociales y hegemónicas sobre este pasado (RICOEUR, 2010; RUBIO; OSORIO, 2017; STERN, 2000) y un conjunto de mediaciones ejercidas por la enseñanza de la historia y diversos dispositivos sociales y culturales (ARTEAGA; CAMARGO, 2014; PLÁ, 2012). En base a estas referencias, se organizó una matriz inicial (Matriz 1) compuesta por tres dimensiones y ámbitos que orientaron el guion de los grupos focales.[5]

Matriz 1 - Grupos focales
DIMENSIÓN ÁMBITOS DESCRIPTOR
Concepción de la Historia y la Memoria Enfoque teórico Se refiere a corrientes de interpretación y de análisis de los hechos históricos
Función de la Historia El propósito de ese conocimiento enseñado (Para qué)
Función de la Memoria Concepción y uso de la memoria
Trama Narrativa Conceptos usados Procedencia y pertinencia
Orden del relato (hechos, temas, procesos y encadenamientos) Composición del relato histórico a través de, hechos, temas, procesos y sus encadenamientos respectivos (Cómo se enlazan)
Juicio histórico Afirmación ética explicita o derivada del orden del relato
Explicación Histórica Razones con evidencias que articulan hechos, problemas, discusiones, causas y efectos entre otros
Estructura y usos narrativos Uso público del pasado reciente. Función y relaciones discursivas Visiones Implícitas/explícitas sobre la historia y la sociedad
Narrativa histórica Relaciones con el pasado
Régimen de memoria (Recuerdo disponible/ciudadanía) Disponibilidad de relatos para generar posiciones y juicios políticos
Tipo de ciudadanía implicada
Relaciones entre el pasado y el presente
Fonte: Elaboración propia

A partir de lo anterior, se definieron líneas de conversación y levantaron categorías, siguiendo una codificación libre y luego axial, considerando criterios de representatividad, correspondencia y congruencia, desarrollando procesos de saturación para iniciar el análisis del discurso.

Análisis en profundidad

Organizadas las categorías emergentes de acuerdo a frecuencia, intensidad y su relación con la teoría, se relevó la particularidad y continuidad narrativa de cada liceo. Mediante la generalización analítica se fusionaron las dimensiones iniciales y relacionaron con los referentes conceptuales, emergiendo dos ámbitos para el análisis en profundidad. Estas fueron: 1) relación historia-memoria que muestra las relaciones del pensamiento histórico con el pasado, y 2) narración constituida por a) conceptos, hitos y actores, y b) estructura de la narrativa histórica, juicios y discusiones relevantes (HARTOG, 2007; PAUL, 2016; PLÁ, 2012; RICOEUR, 2010; SANT et al., 2014; WERTSCH, 2008).

Matriz 2- Análisis de narrativas del pasado reciente
Ámbitos de análisis Narrativas del pasado reciente
  1. Relación Historia-Memoria
Aproximacion es teóricas, políticas y vivenciales a cada una y sus relaciones) (Ver en pauta: Funciones de la historia y la memoria, teoría de la historia y eso en el pasado reciente) (PAUL, 2016; RICOEUR, 2010)
  1. Narración
Articulación discursiva sobre el pasado reciente (WERTSCH, 2008)

    2.1. Conceptos, actores e Hitos

Datos y referencias precisas para la articulación (PLÁ, 2012; SANT et al., 2014)

    2.2. Estructura de la narrativa histórica

Historicista (orden evolutivo del relato desde el pasado hacia el presente, explicita hechos, actores y causas)
Presentista (lleva el presente al pasado reciente o, confunde uno con otro)
Fragmento (historia episódica, ficticia o llena de incertidumbre que impide visión global)
Narrativa de encrucijada en medio de la polarización (la narración se asimila a lo que otros dicen) (HARTOG, 2007; PAUL, 2016; WERTSCH, 2008)

    2.3. Juicios y discusiones relevantes

Temáticas de discusión y juicios de valor sobre el pasado reciente. Relaciones con el pasado (PAUL, 2016)
Fonte: Elaboración propia

Considerando la estructuración que muestra la matriz 2, los análisis de los registros que se exponen a continuación fueron organizados en 5 casos de acuerdo a los liceos participantes.

Análisis de casos

Liceo 1: narrativas del pasado reciente, una memoria posicionada desde el pueblo

Relación historia-memoria

Para estos estudiantes, la historia tiene una función orientadora de la vida en sociedad y de ejemplaridad para la no repetición de errores del pasado. Actúa como un texto abierto a interpretación manejado por los vencedores (gobiernos y clases políticas) que ocultan la verdad. Consideran que los hechos del pasado reciente en Chile han sido “encubiertos” mediante diversas narrativas. Una de ellas se refiere al uso del marco histórico de la Guerra Fría para abordar la crisis política de 1973 que condujo al Golpe de Estado y a la Dictadura militar.[6] Esta explicación del período 1973-1990 oculta la política de dominación de Estados Unidos sobre Chile y el Cono Sur y las conspiraciones de la clase política local para derrocar el gobierno de la Unidad Popular. Este encubrimiento asociado a la dominación, enlaza las relaciones entre las dictaduras de América del Sur, la Doctrina de Seguridad Nacional y las huelgas de camioneros en Chile financiadas por Estados Unidos. Por otro lado, el “encubrimiento” opera a través del ocultamiento de los hechos ejercido por los partidos políticos y sus visiones polarizadas de este pasado.[7] Estos estudiantes consideran la historia y la memoria, como fuentes de conocimiento diferentes, complementarias, que deben dialogar. La primera, entrega una visión global de los hechos y la segunda, la particularidad, lo no dicho y diferentes puntos de vista sobre las experiencias. Reconocen las condiciones que los marcos de recuerdo (creencias, experiencias e ideologías) de las memorias sociales imponen para el conocimiento, destacan sus aportes, tensiones y contradicciones. Consideran las memorias militantes y familiares como fuentes de acceso primordiales a este pasado.  Para disolver estos cercos políticos y discursivos proponen un conjunto de estrategias asociadas al pensamiento histórico que promueven la comprensión (PAUL, 2016), sugiriendo “poner entre paréntesis, la propia memoria familiar”, “la escucha neutral” ante el otro y “fundamentar la identidad política”. Y, proponen pensar el pasado reciente desde una perspectiva ética y política, valorando los espacios de memoria de la ciudad como reserva de historia de la vida cotidiana, destacando especialmente, aquellos que en el presente siguen dominados por quienes tuvieron el poder en el pasado (continuidad pasado-presente) y los lugares en que se violaron los derechos humanos en la dictadura militar.[8]

Narración: Los conceptos, actores e hitos del pasado reciente  

El pasado reciente es caracterizado a partir de referentes conceptuales e históricos como: la desigualdad, la dictadura militar, la noción de “pensamiento único” (como concepto y contexto) y la violación de derechos, que“no se puede negar”. Estos conceptos caracterizan un pasado conformado por la acción de líderes sociales vinculados a partidos y/o movimientos de izquierda que lucharon por cambiar las desigualdades y aquellos que en dictadura defendieron los derechos humanos y a los trabajadores (al pueblo). Entre los líderes destaca Salvador Allende, de quien se afirma:

“[hizo] reformas para la igualdad”, “cambió la forma de regir el país”, “las tierras que tenían los empresarios en el sur se las dieron a los campesinos, la gente que cultivaba y todo eso, él cambió un poco la manera de cómo era el país” y, “es un valor para Chile y América Latina. (EL1, 2018)[9]

 Le siguen, líderes sindicales, movimientos de resistencia armada y “muchos silenciados” que ayudaron a los torturados y perseguidos. En el polo opuesto, reconocen a quienes consolidaron las desigualdades y violaron los derechos: Pinochet, la Derecha y las Fuerzas Armadas. Afirmando de éstas últimas que participaron en una “guerra civil” en la cual, el Estado se posicionó contra el pueblo. La derecha política, es proyectada como continuidad histórica hasta el presente. Destacan como hitos relevantes del pasado reciente la polarización mundial de la Guerra Fría, la elección de Salvador Allende, el paro de los camioneros, el ataque a La Moneda (1973) y la vuelta a la democracia (1990). La visión polarizada del pasado también se proyecta en apreciaciones sobre Allende y Pinochet; el primero es visto como un político con un proyecto de transformación social que fue derrotado y el segundo, como un líder “de mente reducida”, manipulado por la CIA, su esposa y los empresarios, asociado a las Fuerzas Armadas y a un “poder autoritario y monárquico”.

Estructura de la narrativa histórica 

La narrativa proyecta una continuidad histórica entre el pasado y el presente y viceversa, destaca la polaridad política entre “comunistas”, que “quieren la igualdad”, y la derecha, que “defiende al empresario”. En las estructuras narrativas un orden historicista reconoce el pasado a través de algunos hechos históricos y organiza de modo ascendente hacia el presente, sus hitos fundamentales para explicar lo acontecido, articulándose con formas de comprensión y diálogo reflexivo. La narrativa historicista presenta vacíos en la relación entre hechos y actores. El relato del pasado se encadena a partir de un gobierno inicialmente aliado con el pueblo que fue destituido, vislumbrando una continuidad histórica entre la violación de derechos humanos en la dictadura militar y el presente de despolitización y desconfianza.

Hubo un gobierno imparcial que pensó en el pueblo, que fue sacado por los militares, (Estados Unidos quitó el poder a Allende), que en el gobierno de éstos se torturó, hubo opresión a los ciudadanos y hubo violación de derechos humanos. Que luego vino una guerra civil con protestas (años 80), por la represión. Y luego, llegó el momento de poder elegir lo que uno quería. Sin embargo, hoy, a los jóvenes no les importa la política. A los mayores sí. (EL1, 2018) 

Los estudiantes presentan una narrativa polarizada deshistorizada, conformada por dos visiones contrapuestas. Una a favor de Allende y de la igualdad, y otra que adhiere a Pinochet, legitima la desigualdad y la violación de derechos humanos. Ante ellas, los estudiantes, no muestran argumentos históricos para resolver la disputa por el pasado. Y, reproducen esta modalidad narrativa a través de un “se dice... Que mataron mucha gente” (EL1, 2018), expresando una verdad residual de las memorias sociales y de los silenciamientos sobre los hechos recordados, que no pueden ser explicitados, consolidados y debatidos como acontecimientos públicos (asesinatos, torturas y desapariciones) (PAUL, 2016).

Juicios y discusiones relevantes

La narración del pasado muestra una fuerte relación entre Allende y el pueblo. Este último, sufrió en la Dictadura Cívico Militar la violación de derechos humanos y experimentó la profundización de sus desigualdades hasta el presente. Esta narrativa se contrapone al relato del currículo escolar que asocia los enfrentamientos civiles previos a 1973 como causa del Golpe de Estado. En esta historia narrada se destacan los jóvenes, la guerra civil (motivada por las transformaciones sociales) y la rebelión del pueblo (resistencia armada y no armada) contra la dictadura militar y la derecha. Sin embargo, esta visión es contrapuesta por una disonancia narrativa que defiende el orden social y justifica la violación sistemática de derechos humanos en la Dictadura. El orden es visto como una fortaleza del régimen dado que, “se dice, que habría disminuido la delincuencia” (EL1, 2018). Esta afirmación derivada de la narrativa polarizada deshistorizada presenta vacíos de conocimiento histórico, político y ético. Limita el potencial pensamiento histórico de los estudiantes para explicitar la contradicción entre el juicio a favor de la rebelión del pueblo, la defensa de los derechos transgredidos, la identificación con las víctimas y la justificación de la relación entre orden público y violencia estatal. En la misma línea, las memorias sociales locales les permiten acceder a relatos de torturadores en la ciudad que no declaran arrepentimiento, ante los cuales, manifiestan un silencio ambiguo que enuncia los límites de una condena retórica, sin historia, a la violación de derechos humanos.     

Liceo 2: Narrativas del pasado reciente desde una memoria subordinada deshistorizada

Relación Historia-Memoria

Para los estudiantes, la historia tiene una función orientadora, que permite conocer “las razones del presente”, y una ejemplar, para la no repetición de errores del pasado. Sospechan sobre la historia nacional que, escrita por “los vencedores”, “engrandece los hechos” y se ordena “de acuerdo a los resultados”, ocultando la verdad. Cuestionan la narrativa historicista que acomoda el relato a partir de los acontecimientos que llegaron a ser hechos históricos. Consideran que la historia nacional excluye el análisis de “las acciones y las intenciones” (de los victoriosos y derrotados) que subyacen a todos los acontecimientos (PAUL, 2016). Y reflexionan desde un halo enrarecido y desde los efectos, sobre las distancias entre los propósitos y los hechos que se concretaron y los que no llegaron a consolidarse. En la línea de la conversación histórica (PAUL, 2016), consideran que la biografía de los líderes les permitiría, reflexionar sobre las decisiones y los proyectos de sociedad disputados. Esta aproximación comprensiva y deshistorizada hacia el pasado no presenta conocimiento histórico y formación política. El relato es cooptado por la incertidumbre y la constatación de la polaridad, lo que, unido a los efectos de esta historia, les hace proponer configuraciones volátiles sobre el pasado, como un tiempo posible en suspensión, como un hecho que no se consolida, que muestra un modo de divagar ante la imposibilidad de negar lo acontecido. Afirman: “Si no hubiera habido dictadura”, “Si la dictadura no hubiera sido”. No establecen relaciones explícitas entre memoria e historia. Para el acceso al pasado reciente reconocen las memorias sociales, “de sufrimiento, de odio”, de “auto silenciamiento” y las prácticas “de represión de jóvenes en la ciudad, asociadas al miedo”. Enfatizan las dificultades que los marcos ideológicos de las memorias plantean para acceder a dicho pasado, también presentes en documentales y libros; y la existencia de una identificación polarizada con el pueblo y la Unidad Popular o, con Pinochet. 

Narración: Los conceptos, actores e hitos del pasado reciente  

El pasado reciente es caracterizado a partir de “la dictadura militar”, “la inestabilidad” (general y financiera), “los bloqueos de Estados Unidos”, “la división”, “la injusticia” (“Allende estaba por la justicia”) y “la avaricia de Pinochet”. Cuestionan la narrativa histórica oficial sobre las dictaduras en el país a partir de la crítica al relato de la historia nacional, afirmando: “Han habido más dictaduras en la historia de Chile y no se ha dicho”, o profundizado su análisis, “la historia se distorsiona [...] todo el mundo hace honor a O’Higgins”.[10] La crisis económica se identifica como parte del gobierno de la Unidad Popular, en donde se vivió la “división más marcada en la historia del país, también social y económica, además, del bloqueo de Estados Unidos”. Asimismo, reconocen una crisis económica en la dictadura sin precisar sus hechos. No delimitan hitos históricos, abordan el pasado reciente desde juicios inacabados y afirmaciones inconclusas polarizadas. La narrativa tiende a personalizarse. Destacando a Allende, que “estaba por lo justo”, vinculado a reformas sociales (educación gratuita, mejora de sueldos, nacionalización del cobre), en un periodo en que “existía dinero y ausencia de bienes”. El relato, sin conocimiento histórico, integra elementos de memorias sociales y familiares y la ficción, para justificar la crisis del gobierno de la Unidad Popular, resaltando la solicitud de Golpe de Estado de la sociedad a los militares (el relato desconecta a éstos últimos de la violación de derechos humanos). Responsabilizan a Allende por no detener la cadena de pobreza, afirmando que “no evitó el hambre” que “hubo en su gobierno, muertes de niños y adultos en las calles” (sic) y que Estados Unidos, “lo habría presionado por dicha situación”.  Califican su conducción política de izquierda como temeraria, que como “comunista-socialista” “[se habría] acercado demasiado a Cuba y a la URSS”, quedando en medio de Estados Unidos y el Bloque Soviético. De un modo similar, consideran que la Nacionalización del cobre habría mostrado que el presidente no previó sus efectos (crisis, golpe y dictadura). Pinochet, aparece como un personaje débil y manipulado por otros, a quien “matarían si no realizaba matanzas”. Valoran de su gobierno aspectos asociados al trabajo, a la disponibilidad de “suministros” e incentivo de la inversión:

Lo que me contó mi papá, es que Pinochet trajo lo que es, ¿cuánto se llamaba?, lo que fueron los suministros. […] según lo que me contó, es que Allende tenía bodegas: bodegas, bodegas, bodegas llenas, por así decirlo, de mercadería. (EL2, 2018)

Mediante una narrativa discontinua, afirman que el Golpe de Estado fue malo, que la dictadura fue un contexto en el que “[...] cambiaron la mente” (EL2, 2018), para hacer matanzas innecesarias.

Estructura de la narrativa histórica

La narrativa se posiciona desde la perspectiva de un pueblo subordinado que ha padecido los efectos de la polarización política y desde una visión enrarecida e incierta sobre su pasado. Atrapada en las memorias sociales, se identifica con el desconocimiento y el desmerecimiento afirmando: “no puedo hablar de lo que no sé”, “si él viviera en esa época ya estaría muerto”.[11] En una trama histórica discontinua, reafirman el valor de una narración neutra. Emergen tres narrativas no del todo consolidadas. La narrativa fragmentada, en que el pasado reciente aparece como un relato episódico al interior de la Guerra Fría que se desvanece entre afirmaciones parciales, e inconclusas y conexiones difusas entre los marcos de memorias sociales y familiares y, la incertidumbre. Afirman sobre el gobierno de la Unidad Popular, “Era una época de buenas intenciones, pero no pudo completar todo por el embargo de Estados Unidos y luego se hizo el Golpe de Estado” (EL2, 2018). La narrativa presentista (HARTOG, 2007), copa los relatos inconclusos del pasado con temáticas de sentido del presente, sin elaborar una trama histórica. Se afirma del mismo gobierno; “el dinero era más chileno”, “la gente era más feliz y con plata”, “el dinero duraba más porque no tenían que gastar en educación”, “tenían más plata para educación, no tenían que andar protestando”, “habían mejores sueldos ya que habían nacionalizado el cobre”, etc. Esta imagen de época dorada se evidencia en relatos como el siguiente:

Si uno veía en la calle así, en ese tiempo venía y llegaba a la casa y decía, ‘mi amor, traje una tele nueva’ y en ese tiempo era oh bacán po’. Y en casi todas las casas había tele, o sea, era algo increíble, o sea. Aunque ni siquiera fueran de color, era algo increíble que una persona tuviera una tele en su casa. O si no venía y decía ‘mi amor, traje un auto’ increíble un auto. (EL2, 2018)

Y, la narrativa polarizada deshistorizada, que muestra con más fuerza la posición favorable a la represión militar. La cual pese a reconocer que “es injusta” o, contradictoria, no es posible de contraargumentar, aduciendo que; “algunos dicen, que falta [hoy] algo de represión” (como la dictatorial).

Juicios y discusiones relevantes

Las narrativas fragmentada y presentista convergen en considerar la violación sistemática de derechos en la dictadura militar como una práctica “negativa pero necesaria”, para disminuir la delincuencia.[12] El problema de la violencia actual es asimilado como un episodio que el pasado dictatorial resolvió exitosamente. Si bien, reconocen la contradicción de este juicio, no exponen sus razones. Justifican la violación sistemática de derechos desde la narrativa polarizada deshistorizada afirmando:

La tortura era mala pero necesaria, según los militares”; “ellos dicen eso, como diciendo ‘Oh, ojalá que hubiera la represión que teníamos antes’ pero en el fondo él no quiere que vuelva esa represión por temas de que obviamente, la exageraban. (EL2, 2018)

Este juicio se acompaña de la idea de inevitabilidad del Golpe y las violaciones, en tanto sujeto a decisiones omnímodas de los militares, “porque pensaban así no más”.

El cuestionamiento inicial a la narrativa histórica oficial se desvanece, los hechos aparecen como constataciones estancos y se bloquea la posible reflexión moral (Paul, 2016). Identificados con el pueblo subordinado que ha experimentado el daño en dicho pasado, afirman: “todos son culpables”[13], responsabilizando a toda la clase política por la represión y muerte sin explicitar si éstos ocurrieron en dictadura o en la Unidad Popular. Por último, aparece una narrativa empática, subordinada al poder, que se identifica en parte con las políticas de dominación norteamericanas de Guerra Fría aplicadas en América Latina. Afirman de esta política;

No es un tema tanto de avaricia, de malo/bueno, es un tema de protección de parte de EE.UU. hacia sí mismo por el tema de que igual Chile, si caía en las manos de la Unión Soviética, por ejemplo, estando con el Gobierno de Allende, que se acercó mucho a la Unión Soviética, yo diría que más de la cuenta, para la protección propia de Chile, el Gobierno estadounidense inmediatamente reaccionó y, de que fue que, tomó por obviedad, la posición política de Chile (EL2, 2018).

En esta historia, Pinochet es visto con un rol subordinado y desquiciado.

Se supone que EE.UU. igual puso como condición que no querían más gente comunista pa' el mundo, sea, no, no querían más problemas con comunistas, o sea, yo creo que en esa parte lo malinterpretó el Gobierno de Chile en ese tiempo, que vendría siendo una dictadura y mataron a todos los comunistas. Los pescaban, los mataban y todo. Y después Pinochet se volvió loco y tomó más el poder (EL2, 2018).

Liceo 3: Narrativas del pasado reciente desde una memoria romántica deshistorizada

Relación Historia-Memoria

Para estos estudiantes la historia tiene la función de aportar conocimiento para resolver problemas cíclicos, orientar la vida del sujeto y la sociedad, especialmente si se reflexiona sobre sus efectos. Reconocen la función ejemplar de la historia, para la no repetición de errores del pasado y para avanzar. Consideran que la narrativa de la historia oficial encubre la dominación, que se traduce en una historia desvinculada de la vida real, que no enseña los efectos de los hechos históricos en el presente y esconde las respuestas sobre la verdad del pasado reciente y la violación de derechos en la dictadura militar. La historia reciente se caracteriza por su inabordabilidad, su déficit de objetividad, por los efectos de desigualdad en el presente y por su relación con temáticas de discusión social y política. Desde una aproximación deshistorizada, emerge un imaginario social romántico desvinculado afectivamente, que imagina un sujeto histórico popular vecinal altamente organizado, homogéneo, consciente y jóvenes rebeldes no inscritos en procesos históricos. El acceso al pasado reciente es mediado por una desconfianza sobre la narrativa histórica presente en los libros y documentales que proyecta las dudas preexistentes sobre las instituciones. Reconocen la memoria como fuente de conocimiento anclada en la vivencia que “permite el conocimiento de la historia” (EL3, 2018). Si bien, se valora el aporte general de la historiografía, se desconfía de su parcialidad, silencios y encubrimientos lo que les lleva a buscar la verdad y a enfatizar el aporte de “las memorias vivenciales”, “sociales” y “familiares”. Valoran el contexto dialógico en que expresa la memoria, que permite aclarar dudas de dicho pasado en un marco de “experiencias vivas” (Ricoeur, 2004). El déficit de conocimiento histórico no permite explicitar la historia asociada a los espacios de memoria identificados. Por último, reconocen la importancia del testimonio de tortura, pero no articulan su relato con la historia y los derechos humanos.

Narración: Los conceptos, actores e hitos del pasado reciente  

El pasado reciente es caracterizado a partir de conceptos estético-emotivos tales como: “patético”, “sombrío”, de “tristeza”, junto con el de violación de derechos. Caracterizan las tendencias políticas conservadoras y el sometimiento a una fuerza indoblegable desconectadas de hechos históricos. Abordan a los actores desde la visión polarizada deshistorizada donde prima lo que “se dice de ellos”. Sobre Allende afirman: “quería el bien para la gente de abajo” y tenía la “oposición de la gente de arriba”, “[...] no quería su beneficio”, “no hizo las cosas con maldad”, “daba esperanza al pueblo de surgir”, siendo el “primer socialista en llegar al poder democráticamente” (EL3, 2018). Como contraparte, Pinochet “quería su propio beneficio”, “el opuesto a Allende”, “mandoneado por Lucia”, “cambió la historia”, “repercutió en lo que está pasando ahora” (EL3, 2018). Como parte de este conjunto, se menciona al escritor Pedro Lemebel, al Partido Comunista de Chile, al exguerrillero “comandante Ramiro”, calificado como un personaje valiente y revolucionario y al presidente Aylwin, primer mandatario después de Pinochet. En general prima un relato fragmentado e individualizado que realza acciones no inscritas en un contexto histórico específico del pasado reciente. Los hitos son sustituidos por imágenes y juicios difusos de orden moral aplicados a la sociedad actual en relación con dicho pasado, por ejemplo: “se ha deshumanizado harto a la población, y que se están convirtiendo más, en trabajadores que personas en sí” (EL3, 2018).

Estructura de la narrativa histórica

La narrativa se posiciona desde un observador desvinculado afectivamente del pasado reciente que de modo irregular idealiza algunas acciones heroicas. Desde la inabordabilidad de éste se observan dos modalidades narrativas no del todo consolidadas. Una narrativa fragmentada, muestra un pasado episódico y deshistorizado en que el marco de la Guerra Fría aparece difuso, subordinando los militares a “Gringolandia”. La Guerra Fría que explica la crisis de la Unidad Popular, nuevamente muestra la empatía subordinada al poder norteamericano en América Latina:

[…] algo como que en ese momento no nos repercutió como fue después fue este periodo de guerras entre Rusia y EEUU, que claramente era como el comunismo versus capitalismo. Y que como nosotros somos el patio trasero de EEUU, como que decían: ‘Ah, pero si son mis tierras, y ellos dependen de m i económicamente. Entonces les voy a decir que para [que] su país esté bien, y nosotros no nos volquemos en contra de ellos, tienen que estar con mis condiciones y mis condiciones van a ser que eliminen todo rasgo de comunismo y voy a apoyar y voy a instruir y voy a hacer tal y tal cosa para que pase”… fueron como la Escuela de Las Américas y la desestabilización económica. (EL3, 2018)

Luego se suceden episodios desarticulados de censura y represión como el caso “quemados” en la década de los años 80,

Los jóvenes que fueron quemados vivos en una marcha, la cantidad gigante de militares que, no recuerdo si fue en la primera o tercera protesta nacional en el 80 y algo, donde mataron mucha gente y que más, que otra represión podría haber… historia reciente, jueves pasado jajá. (EL3, 2018)

Esta narrativa no logra situar históricamente los escasos hechos reconocidos,

Se estaban haciendo reformas a ciertas cosas. Se estaban, ¿cómo se dice?... nacionalizando los recursos y había un presidente que tenía una cierta ideología, que era la socialista, pero que… Ah, y también que antes de eso, del 70 en adelante, se empezó a ver una diferencia de opinión, unos decían que el país estaba malo y otros que estaba bien. Y en base a eso, como que hubo harto alboroto, y que luego llevó al hecho histórico importante, que fue el golpe de Estado y que de ahí partió una dictadura, y así le contaría el cuadro general. (EL3, 2018)

Del mismo modo, el relato desarticulado de la vida social se focaliza en un solo actor,

[...] me haría la guía turística más informada de todo el mundo, y no sé, si aconteciera en Santiago la llevaría a La Moneda y el museo que está abajo. Y, no sé, partiría contándole previo al golpe, después lo que sucedió en el golpe. Igual, le hablaría de Allende y le diría, le explicaría quien fue. [...] y después, le contaría, la llevaría al Estadio Nacional y después la llevaría a las poblaciones que están alrededor, a La Pincoya, a La Arturo Prat y le contaría que ahí nació el Frente Patriótico. (EL3, 2018) 

Le sigue con menor intensidad, una narrativa presentista (HARTOG, 2007) que aborda discusiones sobre derechos del pueblo mapuche y el movimiento estudiantil por la educación (2011-2015), utilizando el pasado reciente como un espejo proyectivo de lo discutido en el presente. La ausencia de conocimiento histórico impide precisar y contraargumentar las apreciaciones. Se consolida una narrativa polarizada deshistorizada que aborda de modo binario a los personajes.

Juicios y discusiones relevantes

La narración expresa una aproximación romántica individualizada y desconectada afectivamente de la historia, que busca héroes y es reducida por la ausencia de conocimiento histórico y de formación política. Conformando un relato ambiguo, de escasa densidad que desvincula la emoción de la experiencia histórica. La tortura es abordada desde el horror ante el testimonio de la deshumanización por vía del castigo corporal y el miedo. Pero, el relato no inscribe estos hechos en una trama histórica (como parte de un contexto y propósitos políticos específicos en la dictadura militar). No se conceptualiza como formas de violación sistemática de derechos y no diferencia la censura de la represión. El acontecimiento de la tortura se desvanece y se descentra. Esta condición del relato se acopla con la narrativa polarizada deshistorizada:

[…] yo creo que obviamente fue mala, fue horrible, pero lamentablemente fue necesaria para que las fuerzas armadas y militares en general, pudieran cómo implantar el miedo y poder, como ellos decían, eliminar los rasgos como de comunismo o cualquier tipo de procedencia de eso. Pero, para ellos no fue malo, pero fue necesario, y para nosotros fue malo y no fue necesario (risas). (EL3, 2018)

Este juicio, con una trama vacía se proyecta a todo el pasado reciente calificado como “malo pero necesario”, para aprender de los errores. Otro punto de ambigüedad se observa en los relatos polarizados sobre el gobierno de la UP y la dictadura militar. Se considera que el rechazo a la igualdad defendida por Allende y el poder de Estados Unidos explicarían la crisis política desde una narrativa polarizada deshistorizada, sin evidencia histórica:

[...] más que esa polaridad entre creencias, que pasaba con los que no creían en uno o en el otro, por ejemplo. Entonces, también, igual encuentro que esa polaridad influenció en nuestro país, pero que también ha ignorado los otros tipos de pensamiento, que tampoco todo puede ser blanco o negro.
Yo creo que sí, que netamente que sí. Creo que fue totalmente influenciado por quien tiene más países, y quien adopta mi modelo en contra del tuyo, que se va a extinguir.
Si, por ejemplo, en ese argumento de que Chile no habría sido, ay no sé cómo se dice, por la dictadura, por ejemplo, hubiéramos sido una Cuba. Que harta gente dice eso. (EL3, 2018)

Liceo 4: Narrativas del pasado reciente desde una memoria de las desigualdades deshistorizada

Relación Historia-Memoria

Para los estudiantes, la historia tiene la función de crear conciencia sobre la vulneración de derechos, discriminaciones e injusticias sociales y de género. Aporta a la función ejemplar para la no repetición de los errores del pasado. No obstante, ésta última se ve tensionada por la permanente repetición de los hechos que ellos califican de vulneración. Consideran que la historia oficial omite la verdad de lo acontecido en el pasado reciente, si bien no pueden precisar qué hechos son invisibilizados, ratifican la apreciación de que la historia de este periodo en la escuela y en los libros de texto está manejada por intereses políticos. Consideran las memorias sociales, familiares y de las injusticias vividas como fuentes de acceso a la verdad y para abordar la violación de derechos humanos en la dictadura militar. Del mismo modo, reconocen sus aportes y limitaciones. Validan la complementariedad entre éstas y la historia enseñada (historia oficial) en la escuela, ya que consideran que ésta última, oculta las injusticias vividas y no aborda “lo inconcluso” y “lo que pasó”. No reconocen lugares de memoria en la ciudad.

Narración: Los conceptos, actores e hitos del pasado reciente  

El pasado reciente es caracterizado a partir de las experiencias vividas en la dictadura pinochetista, destacando el abuso del poder militar y la imagen de éste como instrumento de los Estados Unidos. Por otro lado, la narrativa tiende a personalizarse entre los opuestos Allende y Pinochet.  Allende es considerado desde el reconocimiento de derechos y la igualdad, identificándose con el pueblo, en tanto pretendía “que todos tuviéramos igualdad”. Reconocen sus reformas sociales y económicas, la educación, la nacionalización del cobre, reformas en salud.  Pinochet es comparado con Hitler, reconocido por la violencia y las muertes planificadas, por el abuso de poder. De acuerdo con ello, presentan distinciones que lo diferencian de Allende, tales como: “no es un político, sino un dictador”. Los hitos mencionados se ordenan desde la identificación con el sufrimiento del pueblo, concentrándose en la dictadura militar, fusionando juicios imprecisos y hechos algo borrosos: “fusilamientos”, “torturas y muertes”, “protestas” y, (el) “Frente Patriótico Manuel Rodríguez como fuerza armada del pueblo”. Esto se acompaña de la presentación de discusiones sociales tales como el suicidio de Allende vs el asesinato; “si hubo bombardeo a la Moneda” y, mencionando de modo muy vago, la “crisis política de Chile”.

Estructura de la narrativa histórica

La narrativa se posiciona en general desde una identificación con el Pueblo discriminado, que ha sufrido históricamente la desigualdad, la violencia y el abuso. Reafirma la defensa de la igualdad sin conocimiento histórico que permita justificarlo, por lo cual, se apoya en el presente. Se observan dos modalidades narrativas débilmente consolidadas. La fragmentaria-episódica, focalizada en el periodo dictatorial, ordenada desde la convicción de la defensa de la igualdad que cuestiona “las discriminaciones e injusticias históricas”. Ésta se inicia con el bombardeo a La Moneda y continúa su dominación a través de la Constitución de 1980, “imponiendo leyes para su propio beneficio”. Explican el fin de la dictadura a partir de “la desobediencia del pueblo ante el poder” dado que, “se dieron cuenta que eran más”. La Guerra Fría no aparece mencionada explícitamente. Le sigue la narrativa presentista (HARTOG, 2007), que copa los relatos inconclusos del pasado reciente con temáticas de sentido del presente, sin articular una trama histórica. Se afirma de Allende que fue “una marioneta de la Cámara”, “que se distanció de los partidos y de los ministros” en clara alusión a fenómenos políticos actuales. 

Juicios y discusiones relevantes

Si bien el relato fragmentario está identificado con las desigualdades vividas por un Pueblo, que pese a las “humillaciones y discriminaciones”, puede luchar por sus derechos y oponerse a toda vulneración, afirman que sus padres consideran que lo positivo de la dictadura fue la escasa delincuencia por, “haber toque de queda”, “los delincuentes estaban escondidos” (EL4, 2018). Explicitan que la afirmación corresponde a “las memorias familiares”, argumentando que fue “[...] como ellos lo vivieron” (EL4, 2018), como parte de su sufrimiento. La adhesión a las memorias y vivencias de sus padres y abuelos vuelve a evidenciar el mismo efecto de vacío histórico ante la violación sistemática de derechos. No logran explicitar su propia visión reproduciendo la condena retórica, sin historia a las violaciones.     

Liceo 5: Narrativas del pasado reciente desde una memoria del poder subordinada y deshistorizada

Relación Historia-Memoria

Para estos estudiantes la historia tiene una función orientadora que permite conocer el origen de lo que estamos viviendo, describe la evolución y nos ayuda a no repetir errores. Detrás de esta historia se ocultan “secretos” del acontecimiento, lo que se expresa particularmente en las formas de narración. Consideran que la historia está permanentemente sujeta a manipulaciones y ocultamientos políticos que impiden el acceso a la verdad, cuestión que la transforma en “una verdad incontable”. Para resolver esta trama proponen conocer las biografías de los actores, con el propósito de acceder a sus motivaciones y reflexionar sobre sus decisiones ya que “no todos los hechos llegaron a ser”. Nuevamente, se reflexiona sobre la distancia entre las narraciones, los hechos acontecidos y aquellos que no llegaron a consolidarse, para cuestionar el relato histórico oficial. Si bien este fenómeno se detecta, no se aborda reflexivamente. Consideran que las memorias son una fuente de acceso a lo no conocido de la historia; aunque afirman que éstas muestran “diferencias y lo que hicieron a tus espaldas” y que colisionan “según el enfoque del profesor”. Reconocen diversas vivencias y visiones expresadas como “memorias familiares” transmitidas e impuestas desarticuladas entre los juicios, los hechos del pasado reciente y la historia enseñada. Identifican memorias locales y familiares propias de opositores a la Unidad Popular y adherentes a la dictadura. Especialmente sobre sus oponentes acentúan el “resentimiento de los comunistas” y el llamado “rencor de los opositores a Pinochet”. Sobre los defensores de la dictadura distinguen diversas memorias basadas en el odio y el rencor: “a Allende”, “a los comunistas”, “a la mala educación y por hacer filas”, a las que se unen la “memoria del orgullo del Golpe Militar” y de “defensa de los asesinatos”. Consideran que el acceso a este pasado está imposibilitado por la manipulación de la narración histórica de ambos bandos. Desde un marco ideológico conservador, responsabilizan especialmente a las memorias transmitidas por los comunistas quienes han realizado un “encubrimiento de la historia” al transmitir su “victimización”. La imposibilidad de acceso se resuelve a través del empate moral entre la izquierda y la derecha frente al Golpe y la violación de derechos. Ante este nudo narrativo, se responsabiliza a la izquierda o minimiza la represión de la dictadura militar. No explicitan lugares u otras formas de acceso al pasado reciente.

Narración: Los conceptos, actores e hitos del pasado reciente  

El pasado reciente es caracterizado a partir de conceptos que globalizan los procesos históricos integrando la Unidad Popular y la dictadura militar e invisibilizan la represión. Entre estos, destacan los asociados a cambios “del sistema”, “políticos y de ejercicio del poder y divisiones políticas”. Al aludir a la dictadura, se menciona a los pobres y su sometimiento, responsabilizando a la izquierda de haber promovido una separación entre defensores y detractores del golpe. El exilio se asocia a los pobres, quienes habrían “sacado provecho” para huir del país. Sobre Allende se afirma, “su gobierno comienza bien, gana con el voto popular y termina tomando la voz de las personas” (EL5, 2018). Sin embargo, éste habría sido una marioneta de los comunistas, convirtiéndose en una causa del golpe, además del factor externo (Estados Unidos). Se le responsabiliza de “no hacer nada contra el golpe”, pese a “ser buena persona”, y de haber entregado el mando al que venía, en momentos que el país no andaba bien. Pinochet es representado como un líder estratégico y del cambio: “cambió todo”, “fue el cabecilla de todo, aunque decidió sin el pueblo”, “fue exitoso en conseguir lo que quería, realizó el Golpe, matanzas y desaparecidos”, incluso se le considera “exitoso en limpiar el país” (EL5, 2018).

Los estudiantes no delimitan hitos históricos. Se sitúan en torno al pasado reciente desde juicios inacabados y afirmaciones inconclusas inscritas en la polarización, en las que la violación de derechos humanos se aborda mediante una disociación emocional, fluctuando entre la aprobación y el rechazo. La narrativa se ordena desde la crisis de la Unidad Popular como causa del Golpe de Estado de 1973, hecho “que la gente pedía” y que instaló una dictadura de 17 años. Se presenta como factor externo la Guerra Fría y lo que llaman un “acumulado histórico” provocado por los comunistas y sus prácticas de discriminación hacia el pueblo, sin identificar hechos. Se ficciona para justificar el golpe, afirmando que había, “un contrabando de armas de los comunistas” y que, por ello, las Fuerzas Armadas tomaron el poder. Justifican la violencia ejercida por éstas dado que “son especialistas en matar”, reconocen que se torturó “para callar a la gente” y que, luego, vino el plebiscito. En el relato no aparece rebelión, sino una historia de poder. La Constitución Política de 1980 es vista como una obra sin participación del pueblo, “hecha por pocos” y “hecha en un Golpe”.

Estructura de la narrativa histórica

La narrativa se identifica de modo ambiguo con el poder, rechaza las condiciones de sometimiento y se opone a las iniciativas de transformación social igualitaria. Defiende las memorias familiares locales asociadas a la marinería local adherente al Golpe de Estado y acomoda el relato histórico oficial, sin el conocimiento de los hechos, al marco de memoria familiar subordinada al poder que responsabiliza a la Unidad Popular y sus reformas igualitarias por la crisis política (1973) y de violación de derechos en la Dictadura. Emerge una narrativa fragmentaria- episódica, en la cual, el pasado reciente se enmarca en la Guerra Fría, se desvanece en afirmaciones inconclusas y conexiones difusas entre memorias familiares y de la marinería y su concepción del poder. Las memorias familiares y la ficción copan la historia oficial, afirmando; “Allende en los libros es bueno, y Pinochet en los libros, es malo” (EL5, 2018). Esto, unido al déficit de conocimiento histórico los lleva a explicar el Golpe de Estado de 1973, debido “al contrabando de armas por los comunistas”. Se aborda la violación de derechos desde una desconexión emocional e histórica con conceptos como matanzas y tortura, etc. 

Juicios y discusiones relevantes

El fragmento basado en la memoria familiar del poder presenta disociaciones históricas, déficit de conocimiento y de formación en derechos humanos.  Las narraciones procuran ajustar estas inconsistencias justificando una crisis histórica sostenida que terminó con el Golpe de Estado basada en polaridades morales restringidas: “Frei fue malo, no hizo cambios”, “Allende trató de hacer lo bueno, pero no pudo”; “Pinochet fue malo, pero hizo cosas buenas” (EL5, 2018).  La disminución de la delincuencia aparece nuevamente como un hecho valorado de la Dictadura, afirmando; “hace falta un segundo Pinocho para que detenga la delincuencia”. Esta disonancia alcanza su mayor expresión al discutir sobre la necesidad del Golpe de Estado y de la violación de los derechos. Afirman del Golpe: “Fue necesario, pero no bueno (...) hubiera sido bueno sin matanzas”, pero fue necesario para “evitar la escalada de crisis”. Crisis, entendida como: “Evitamos ser otra Cuba, otra Colombia, otra Venezuela” (EL5, 2018).  La potencial relación con el pasado basada en la conversación moral a propósito de las acciones humanas y sus decisiones (PAUL, 2016) muestra su mayor inconsistencia al abordar la violación sistemática de derechos: “Fue necesario, pero no bueno.” Ante esta contradicción, los participantes (P) discuten:

P1: O sea, si no hubiera pasado el golpe de estado, hubiera quedado más la embarrada.
P2: Es que yo creo que, si no hubiese habido golpe de estado, yo creo que estaríamos tipo Colombia o Venezuela, que nos pelearíamos por comida, eso es muy cierto.
P1: Es que el golpe fue el que… es que, suena mal porque es como si dijéramos que fue algo bueno, pero si causó como un cambio en el país económicamente.
P2: Es que podemos decir que a lo mejor no fue bueno, pero fue necesario, tenía que pasar.
P2: ¿Tú crees que no habría sido necesario? Esta súper bien hecha la pregunta, no creo que podría haber sido evitable, de otra forma, no se ve.
P1: Es que al final, nos terminamos contradiciendo.
P2: Si, es que así es esto.
P5: Es que es un sí a medias. Es que difícil decir si, porque estay afirmando todo.
P2: Es que ella piensa que fue necesario, pero ella piensa que no era necesario matar, siendo que en ese tiempo fue necesario. ¿Pero era evitable? Dime, ¿era evitable que los comunistas hubiesen sacado armas? Porque no puedes decir que no tenían armas, si poh, si todos sabíamos que los comunistas, a pesar de todo, igual tenían armas guardadas. (EL5, 2018)

La disonancia es resuelta desde el poder, la justificación del “sacrificio” (sic) y la negación de los derechos, afirmando que, aunque no fue bueno, fue necesario en virtud del orden:

[…] hay que aceptar la realidad de lo que puede ser bueno o malo, cuando ya está todo malo y se causan las crisis ... como en todos los países, termina pasando y termina muriendo gente por las malas decisiones tomadas por el gobierno.(EL5, 2018)

Finalmente, basados en el determinismo histórico, desresponsabilizan a las Fuerzas Armadas ante las políticas de represión y exterminio y el llamado “castigo” a los adherentes a la Unidad Popular y a la izquierda. Se reconoce la muerte de quienes “luchaban por sus derechos”, y se les culpa, “Muerte de los que merecían morir, como dicen”. Los militares “fueron usados”, “les lavaban el cerebro”. Y, desde el presente sin historia afirman, “no hemos evolucionado, desde la Constitución...siguen las desigualdades sociales” (EL5, 2018).

Reflexiones finales

Las elaboraciones sobre el pasado reciente de Chile construidas por los estudiantes de Educación Media reconocen los aportes diferenciados de la historia y la memoria y su necesaria complementariedad para el acceso al pasado. Ambas aportan en la conformación de un pasado que entrega trazos para una panorámica general de la historia reciente y elementos discontinuos de orientación en el presente. Consideran que la narrativa de la historia oficial-escolar encubre los hechos y que, particularmente en la historia reciente, tienen alta incidencia los intereses de la clase política que ha gobernado desde los años ‘90. Destacan la función comprensiva de la historia mediada por reflexiones inconclusas y débiles divagaciones marcadas por la duda, unidas a hipótesis abiertas que presentan reflexiones discontinuas sobre las posibilidades históricas de lo no acaecido y sobre las intenciones de los agentes y sus efectos en el presente.

La visión de la historia como Magistra Vitae actúa como referencia de sentido común en aquellos intersticios del pasado a los cuales no es posible acceder a través del conocimiento disciplinar, o donde la historia silencia o manipula.  La memoria se presenta como un conocimiento limitado y objeto de autocensura, que posee la función de develar aquello que la historia no muestra con claridad o que, según estos estudiantes, se encubre para el conocimiento común. También valoran su aporte como acceso a experiencias de dicho pasado, teniendo alta incidencia en el recuerdo las memorias familiares y del dolor. Es posible reconocer a la memoria como una suerte de verdad residual más allá de lo que se aprende en la escuela, todo esto en un marco de sospecha y de numerosos silencios del conocimiento oficial. En cualquier caso, se trata de historias y memorias de polaridad. De allí la relación de necesidad entre ambas, ante la imposibilidad de responder por sí solas a los cuestionamientos y requerimientos de orientación temporal que emergen desde las narraciones de los jóvenes ante el pasado reciente.       

En medio de diversos relatos de “encubrimiento” histórico, los estudiantes van descifrando una compleja red de conexiones del pasado-presente que se les han presentado bajo la forma de narrativas maestras (CARRETERO et al., 2014; WERTSCH, 2002, 2008; RÜSEN, 2006, 2010). Es el caso de las explicaciones que circulan sobre la Guerra Fría y las relaciones entre la historia nacional y los grandes conflictos mundiales del siglo XX. Cuestión similar se puede apreciar en la organización de relatos en torno a la dictadura y la resolución de ese período (postconflicto) a través de un camino de democratización en los años 90.

En estas estructuras de pensamiento es posible reconocer las distintas formas de relato que circulan en la cultura histórica (RÜSEN, 1994) chilena sobre los últimos 50 años. Tres patrones narrativos (WERTSCH, 2008) median entre los déficits de la narrativa disciplinar historicista, la historia enseñada y la fuerza de las memorias sociales para configurar la historia reciente como un pasado utilizable. El patrón de deshistorización, muestra el efecto de la ausencia de conocimiento histórico en una trama vacía inhabilitada para articular agentes, hechos y procesos y propiciar reflexiones políticas y morales más complejas. El patrón del fragmento, se caracteriza por elaborar relaciones desarticuladas entre hechos y procesos y no demarcar sus duraciones. Y, por último, el patrón polarizado, emerge desde la intensidad de la crisis política 1970-1973, moviliza expectativas de justicia derrotadas, violaciones sistemáticas de derechos humanos (1973-1990) y el dolor del pueblo. Estos patrones, comparten estar inundados de sospecha, de exclusiones no comprendidas por los jóvenes y de reclamos permanentes de mayor “verdad”. Conforman relatos sin contenido histórico, que describen un determinado contorno del pasado, un trazo grueso, ficcionado y simplificado, en los que la trama histórica no alcanza grados importantes de fondo o intensidad. La narrativa emergente constituida a partir de una importante sobrecarga de incertidumbre e imaginación, se desplaza entre lo (im)posible del pasado –la expectativa de lo que pudo ser–, y aquello que la experiencia histórica de la que son parte les insinúa como “otro pasado” al cual aún no es posible acceder, en un presente de despolitización.    

En estas narrativas la trama principal realza al “pueblo” haciendo frente a sucesivos enemigos (el Estado, los empresarios, “los de arriba”, la derecha política, etc.) en un guion de continuidad y conflicto. El pueblo experimenta el daño del ejercicio de los poderes absolutos, es defendido como luchador y defensor de derechos y su condición histórica de desigualdad y subordinación (sin salida) son proyectados como continuidad entre el pasado y el presente. Es siempre la lucha de la justicia contra la injusticia. En ese marco el rol de personajes como Salvador Allende o Pinochet tienden a ser vistos como héroe o antihéroe, que cambiaron o intentaron dar un giro a la “manera como era el país”. En el caso de Allende, el rol divergente, resistente o de contracorriente que los jóvenes de Valparaíso le atribuyen no presenta continuidades con perspectivas sobre el presente que se relacionen con formas de agencia política. Por todo lo anterior, el potencial del pueblo como sujeto heroico se construye débilmente ya sea a través de comunidades y símbolos de lucha (en narrativas romantizadas). Al mismo tiempo, aparecen juicios en el plano ético-político que conforman verdaderas disonancias narrativas que contradicen precisamente aquella heroicidad o rebeldía histórica previamente ensalzada justificando la operación ilegítima del poder militar sobre los ciudadanos en dictadura. Se justifican todas las violencias acontecidas (en función del orden, la necesidad y el castigo a quienes causaron el desorden) como una estrategia oblicua para subsistir al poder.

El golpe de Estado de 1973 constituye un hecho de gran significado histórico. Según estos relatos la dictadura también habría cambiado la mentalidad de la sociedad chilena, volviéndola deshumanizada. Por ello, Pinochet, puede ser entendido por algunos de estos estudiantes como el líder “exitoso” que evitó la llegada de un futuro políticamente opuesto al curso “normal” de la historia nacional y que consiguió sus objetivos políticos a pesar de los innegables costos humanos. Estas narraciones carentes de razones y de reflexiones históricas, se encuentran ancladas a un sentido práctico y son utilizadas para afianzar su presente. Al basarse en un futuro pasado catastrófico quedaron desprovistas de un horizonte de expectativa, pagando los jóvenes en el presente, el costo histórico de lo que otras generaciones realizaron.

Los patrones narrativos de los jóvenes presentan desplazamientos discursivos que conforman un pasado sin historia y sin futuro en los que se imbrican múltiples presentismos. La deshistorización y polaridad de estas narrativas, unida a la fuerza de las memorias sociales y al déficit de conocimiento de los derechos humanos conduce a la elaboración de juicios marcados por la duda y la imposibilidad de tomar posición ante su violencia sistemática. Del mismo modo, muestran una crítica a la visión hegemónica de la historia reciente resultante de manipulaciones de la historiografía, la clase política y el currículum y una claridad para observar las memorias sociales que lo rigen. Configuran representaciones socio históricas a escala local de la violencia social y política de la Guerra Fría y de formas continuas de violencia propias de la historia republicana que continúan en el presente sin vislumbrar otro futuro. Las configuraciones de los patrones narrativos muestran un pasado altamente implicado en la vida de los jóvenes que presenta dificultades para constituir una trama histórica que lo haga utilizable como recurso reflexivo. A fin de cuentas estas formas de acceder al pasado derivan del modo de gestionar la historia reciente y de la cultura histórica consolidada en la post-dictadura. Los espacios de enseñanza de la historia reciente requieren abrir contextos de expresión, diálogos y deliberación que integren el conocimiento histórico, las memorias sociales y los derechos humanos como referentes de un análisis que aporten perspectivas comprensivas a estas representaciones históricas. Particularmente desarrollando estrategias que propicien, el trabajo de memorias sociales en el aula mediante entrevistas y análisis de documentos, de testimonios  de experiencias de deshumanización, de militancias,  resistencias  y de promoción y defensa de los derechos ejercida por  diversos agentes sociales de la época; el diálogo entre memorias sociales familiares heredadas y su relación con las memorias fuertes o hegemónicas; la visita a sitios de memoria y el uso de metodologías activas y vivenciales por parte de los estudiantes para debatir  sobre la relevancia de la historia reciente en el presente y el respeto a los derechos humanos en las sociedades contemporáneas.

Referências

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[1] Ciudad puerto ubicada a 125 Km de Santiago vivió una modernización cultural y urbana durante el siglo XIX en el marco de la economía exportadora y del imperialismo inglés. Durante el siglo XX experimentó una crisis sostenida de la viabilidad del proyecto desarrollista portuario-industrial. Inició desde la dictadura pinochetista lo que se ha llamado “un proceso radical de destrucción” con; la persecución política y la privatización neoliberal del puerto. Y, desde los años 90 hasta hoy, se produce una especulación inmobiliaria con nuevos empobrecimientos derivados de la gentrificación bajo el influjo de la patrimonialización económica y turística neoliberal. (ARAVENA,2020)

[2] De los 5 establecimientos que componen la muestra, dos fueron fundados en el siglo XIX, uno en las primeras décadas del siglo XX, y dos en los últimos 30 años. Se trata de escuelas urbanas, públicas, gratuitas y mixtas. Todas son dependientes del Servicio Local de Educación (SLE) de Valparaíso, que corresponde a la autoridad local que administra el Sistema de Educación Pública en Chile. El tipo de educación que imparten estos liceos se denomina “Educación Técnico Profesional”, salvo en el caso del liceo que se analiza bajo el rótulo “Liceo 3” que ofrece una educación “Humanista-Científica”. De acuerdo a las mediciones estandarizadas que se aplican en Chile (Prueba SIMCE), estos cinco liceos muestran resultados académicos en Lenguaje y Matemáticas que se ubican por debajo de la media nacional. Ver: https://www.mime.mineduc.cl/explorer; https://valparaiso.educacionpublica.cl/establecimientos-educacionales/

[3] Iniciadas el 2006 con el Movimiento Pingüino, seguidas el 2011 con el movimiento social por la educación. Incidieron en ajustes parciales a las políticas educativas neoliberales.

[4] La mayoría de los participantes en los grupos focales fueron estudiantes de “Educación Técnico Profesional” exceptuando los participantes del “Liceo 3” que cursan un currículo “Humanista-Científico”. Este último es el tipo de Plan de Estudio que conduce más directamente a la educación terciaria o universitaria. El modelo “Técnico Profesional” está orientado al campo laboral y se asocia a un imaginario de futuro más inmediato y práctico. En el ámbito socioeconómico, los participantes de los 5 liceos son un grupo relativamente homogéneo. Según el IVE (Índice de Vulnerabilidad Escolar) usado en Chile para caracterizar escuelas y liceos, las 5 escuelas participantes presentan índices sobre 90% de estudiantes con algún grado de vulnerabilidad. Es decir, en todos estos casos, los jóvenes provienen de contextos socioeconómicos que se podrían etiquetar como “grupos medios empobrecidos” o “grupos socioeconómicamente bajos”. Ver: https://www.junaeb.cl/ive

[5] La matriz permitió analizar las narrativas de los jóvenes y otros componentes del estudio no desarrollados en este artículo tales como el currículum y el libro de texto.

[6] Presente de modo genérico en el currículum escolar y en la discusión pública.

[7] Proponen desarrollar indagaciones autónomas; que se enseñen hechos concretos y no opiniones (sic) y observar la pobreza vivida en la dictadura militar como prueba de los hechos.

[8] Lugares de Memoria con acervo histórico apropiado por los vencedores.

[9] En adelante, los códigos bajo cada fragmento citado corresponden a los participantes de cada liceo. En este caso Estudiantes Liceo 1

[10] Líder de la independencia llamado “Padre de la Patria” por la Historiografía clásica.

[11] Alude a un integrante del grupo que ejerce liderazgo y representa a minorías sexuales.

[12] La delincuencia es un problema fuertemente socializado por los medios.

[13] Con rabia culpabilizando a la clase política por la pérdida y el sufrimiento vivido y heredado.



Universidade do Estado de Santa Catarina – UDESC
Programa de Pós-Graduação em História - PPGH
Revista Tempo e Argumento
Volume 15 - Número 38 - Ano 2023
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